miércoles, 29 de octubre de 2008

LA POSIBLE INFLUENCIA DE LOS MITOS DE ORIENTE


¿Proceden los mitos griegos de los orientales? Ya hace mucho tiempo se señalaron las semejanzas de las imágenes cosmogónicas de los griegos con las de la India (Rig Veda), con las de Babilonia (Poema de la creación) o con los de Egipto (Libro de los muertos). Pero como estos parecidos también se dan en mitos escandinavos o de la Polinesia, hay que convenir que no deben explicarse necesariamente por una influencia directa, sino más bien, por una idéntica reacción de la conciencia colectiva, actuante, por leyes todavía mal conocidas, frente a idénticas realidades naturales. Sería preciso poder establecer de manera positiva una filiación y nos hallamos muy lejos de estar en condiciones de hacerlo.

Mucho más importante es la pregunta: ¿la transformación espiritual y de métodos que produjo la ciencia griega se debió a la influencia de una ciencia oriental ya existente? Si se contestara afirmativamente quedaría destruido de inmediato todo lo que se dice sobre la evolución de la ciencia griega a partir de las cosmogonías míticas de la misma Grecia.

Las más precisas inclinaciones sobre la deuda de la Filosofía griega con Oriente y, especialmente, con los libros sagrados de los judíos, aparecieron, sin duda, con los neopitagóricos o con los neoplatónicos, con Filón el judío o con los escritos cristianos.

Es innegable que los griegos poseyeron un genio viajero y que, tanto por mar como por las rutas de caravanas, se mantuvieron relacionados entre la Jonia y Egipto, Fenicia y Babilonia, así como entre estas regiones y la India o China.

El único modo de juzgar lo que Oriente proporcionó a la naciente ciencia griega es determinar, de acuerdo con los monumentos que nos quedan, las características de la ciencia oriental.

En cualquier caso, que sepamos, nunca la ciencia oriental, a lo largo de tantos siglos de existencia y aun después de haberse puesto en contacto con la ciencia de los griegos, parece que sobrepasó las preocupaciones utilitaristas o las curiosidades de detalle para elevarse a la especulación pura y a la determinación de principios.

Lo que posiblemente recibieron de Oriente los primeros sabios griegos fueron los materiales acumulados por una antiquísima experiencia, es decir, problemas planteados a la reflexión desinteresada. Tal vez sin ellos no le hubiera sido posible a la ciencia griega constituirse y, en este sentido, no se puede hablar de milagro griego. Pero, por otra parte, en vez de proponerse aquellos sabios como inmediato objetivo la acción, trataron de hallar una explicación racional y en ella y en la especulación encontraron indirectamente el secreto de la acción. Éste fue el nuevo punto de vista del que nació nuestra ciencia.

Leon Robin

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